¿Suerte o destino?
Me levanto por la mañana y después de besar a mi amor, de darnos los buenos días con caricias y miradas impregnadas de dulzura, desayunamos mimos con azucar.
Pero nuestra sonrisa se ve entornada al leer el periódico. Mientras dormíamos otro terremoto mataba a dos mil personas en Indonesia. Mi amor, somos muy afortunados, ¿te das cuenta? -Sí, lo somos, demasiado...
Valoremos pues la riqueza que tenemos, las maravillas que nos han sido otorgadas, la calma que nos han regalado en nuestras vidas. Seamos conscientes de lo privilegiados que somos y de lo poco que se nos pide a cambio. De hecho nadie nos pide cuentas, es una decisión propia, tomada de antemano porque sabemos que es lo mejor para alimentar nuestras almas.
Pienso entonces que no es suerte, que nada queda al azar. Todo nos lo ganamos o nos lo merecemos, e incluso lo aparentemente malo tiene su razón de ser. Ampliando el concepto de existencia más allá de esta vida podemos entender el trazado que dibuja nuestro camino, sus enlaces y sus porqués.
Trabajemos pues por el amor, luchando por cambiar el mundo después de habernos cambiado a nosotros mismos. Tras esta metamorfosis a lo largo de miles de años hemos llegado a un punto clave. Es el momento, de luchar, de amar.
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